viernes, 30 de julio de 2010

REVIVIENDO UN TRISTE PASADO

REVIVIENDO UN TRISTE PASADO
Por: Cheo breñas.

Cuando Fidel bajó de la sierra con aquella mascarita de libertador que nos engañó a todos, o… bueno, (a casi todos), rodeado de aquel grupo de barbudos inocentes que confiaron y ofrecieron sus vidas por seguirlo creyéndole el mesías del siglo XX; una de las primeras banderas que enarboló y ondeó a diestra y siniestra ante el mundo que lo veía estupefacto, fue la de los malos tratos y la forma inhumana en que vivían los internos del entonces Hospital de Mazorra en La Habana.

Dando rienda suelta a su habilidad como orador, hizo de este hecho un drama, seguido por un show que alcanzó a casi todos los rincones del mundo. Era sin lugar a dudas un excelente inicio para justificar el porqué de su revolución y desmoralizar a la clase gobernante que acababa de abandonar el poder.

Recuerdo en mi niñez, haberme sentido horrorizado ante aquellas espeluznantes fotos que aparecieron durante muchos días en las páginas de la tan reconocida revista Bohemia, haciendo alusión a semejante barbaridad. Vi a personas llorar ante el discurso tan emotivo y lleno de improperios que diera el comandante (en ese momento de entusiasmo y fervor revolucionario) dando gracias a Dios por habérnoslo mandado. No había dudas, estábamos ante el salvador, el enviado por Dios, el hombre que iba a cambiar nuestra historia y devolvernos esa libertad que nos habían arrebatado. -Pero que desilusión-, la libertad fue encerrada tras un cerco que bordeó cada centímetro de nuestras costas y fue confinada a la obscuridad como todo lo demás que teníamos.

Lo que siguió después todos lo saben, mandó a remodelar aquel sucio Hospital y creó condiciones de cinco estrellas para sus internos. Además, ordenó recoger a todos los indigentes que pululaban en el país y les dio la oportunidad de vivir en este lugar como personas normales y decentes. Nada entonces le preocupaba más (aparentemente) a este señor, que la salud y el bienestar de estos desafortunados. Mazorra se convirtió en un baluarte de la revolución y un ejemplo ante los demás países del mundo.

Hoy, revisando un “olvidado mail” en que aparecen las fotos de este último invierno en ese famoso y renombrado Hospital Psiquiátrico de la Habana, donde murieron de hambre y frio más de 30 internos por desatención; mi mente regresó a aquellos días cuando este mismo señor hace más de 51 años, improviso aquel tan emotivo discurso que caló mis tiernos huesitos de niño pobre e hijo de campesinos, para volver a calar con este incidente, estos viejos huesos que me sostienen hoy.

Ninguna es la diferencia entre aquel Mazorra de antes del 1959 y este mal llamado Hospital Psiquiátrico de la Habana de hoy. Las fotos muestran la desnutrición de los enfermos como entonces y el lugar casi está en las mismas condiciones del que recibiera alguna vez la tristemente llamada revolución del pueblo.

Lo que no sabe mucha gente es que aquel lujoso hotel de cinco estrellas remodelado por la revolución y que abrigó en un principio a miles de enfermos e indigentes, tuvo la dicha de servir de baluarte mientras al comandante le convino a sus intereses políticos. Hace mucho tiempo que este orgullo de hospital dejó de ser el albergue humanitario que se reconstruyó en el 59, para convertirse en el laboratorio experimental y centro de práctica con seres vivos que es hoy.

Desde mi prisión política (1968-1983) llegue a saber de muchos otros hermanos presos, que fueron recluidos en ese hospital (sin estar locos) para pruebas ordenadas y en muchos casos dirigidas personalmente por el “psiquiátrico-loco” comandante Ordaz, Director de este lugar desde los primeros días del 1959 hasta la fecha de su muerte en el 2006. A quien en su desajustado cerebro de esquizofrénico paranoico, no le cabía la idea de que pudiéramos haber personas que no aceptáramos su revolución y que pensáramos de forma diferente. Y esto no es un secreto para nadie que haya estado en las prisiones cubanas y sobre todo con una causa de “COTRARREVOLUCIÓN”. Cuantas veces vi a los custodios irrumpir en la celda de un compatriota que creo recordar se llamaba José Mario o algo así y conducirlo hasta ese Hospital Psiquiátrico por el sólo hecho de gritar a voz en cuello, “que la revolución era mentira y que Fidel era un asesino”. Este hermano, que al final no supe lo que fue de su suerte, cuando regresaba después de varios días, venía totalmente sedado por las drogas que le suministraban en ese hospital y contando entre los susurros de su inestabilidad nerviosa, la cantidad de “electroshock” a que había sido sometido durante esos días.

Existen sobradas pruebas de presos y expresos políticos que han sido sometidos a este tipo de ensayos y tratamientos inhumanos de investigación, donde les han inoculado quien sabe y qué tipo de sustancias peligrosas de consecuencias inimaginables, como las que fueron utilizadas en los campos de concentración de la Alemania hitleriana.

Posiblemente este “loquero” (comandante Ordaz) merecedor (según la revolución) de cuantiosos premios por “sus investigaciones” en el campo de la psiquiatría, haya comenzado su labor en este Hospital (como la mayoría de los que hicieron la maldita revolución) con la mejor de las intenciones y la honorabilidad que obligan a juramentar las escuelas de medicina. Pero fue mucho el tiempo que estuvo al frente de este conglomerado y todos sabemos que la estancia extendida al frente de cualquier cosa provoca el tedio, el aburrimiento y la ociosidad, por lo que es muy probable que esto y su ego propio de los que se dedican a este campo, lo haya conllevado a incursionar en el mundo de la investigación y haya terminado convirtiendo aquel honroso hospital en el laboratorio de cuerpos vivientes que es hoy, máxime con todas las facilidades que tenía a su favor y sin preocuparse de los costos de tipo monetario que pudiera ocasionar.

Hagan un regreso en sus computadoras a las fotos que se mostraron entonces sobre este hecho y observen la cantidad de marcas e incisiones que presentan los cuerpos de los fallecidos. Y piensen además porqué la prensa de hoy no se encarga como la de entonces, de darle más seguimiento a una noticia tan relevante como esta.

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