miércoles, 9 de diciembre de 2009

¡CUIDADO CON EL LADRÓN!

¡CUIDADO CON EL LADRÓN!

Por: Cheo Breñas.

Aclaro… escribí ¡Cuidado con el ladrón!, porque si hubiera escrito ¡Cuidado con los ladrones!, entonces habría tenido que incluir en este artículo (y sería interminable) a los políticos, los abogados, los médicos, las aseguradoras, las farmacéuticas, las organizaciones “non-profit” etc., etc., etc. Y hoy sólo quiero referirme a uno sólo de los 40 amigos de Alí Babá, “los Bancos”.

Con un currículum enorme de “delictividad”, (incapaz de poderse grabar en toda la cantidad de páginas que acumula nuestra historia), estos vergonzosos abusadores se presentan ante la sociedad como personas ilustres e impecables dioses del despilfarro y la opulencia. Alimañas depredadoras que dominan todo a su alrededor acomodando las leyes y los balances del mundo a sus conveniencias. Gente inescrupulosa que vive de nuestro dinero y con nuestro dinero, ocupándolo al amparo de sus propias leyes para su propio beneficio. Con el cuento de que si la población se ve obligada a guardar sus riquezas en las arcas de estos infelices, está mejor controlada por el estado la salida y entrada de los dineros de las personas; acumulan grandes quimeras en sus bancos que invierten en sus descomunales compañías. Aparte, no te dejan extraer ni depositar (sobre todo extraer) de tu propia cuenta, más de cierta cantidad de tu propio dinero; porque ya con anterioridad han impuesto (de mutuo acuerdo) con los gobiernos, reglas de conveniencia para preservar los fondos que necesitan para alimentar sus emporios. Esto son los bancos, lujosos y enormes edificios improductivos que no sirven para otra cosa que para inflar los presupuestos y las economías de los países.

Después, de ese mismo dinero que tienen allí (que es definitivamente nuestro), nos prestan algunos centavos con enormes tazas de interés, que por lo general terminan siendo impagables y nos convierten en sus dependientes de por vida. A esto llaman crédito.

El motivo de este artículo, no obstante la intención de exponer las consecuencias de este abuso y razonar los motivos por los cuales tenemos que soportar este fraude autorizado; es por supuesto una queja.

Hace algún tiempo me vi en la necesidad de aceptar una tarjeta de crédito de la compañía "Discover". Andaba yo de compras por la tienda de Sam´s Club y confiando en la seriedad de esta compañía acepté el sermón de su vendedor, el cual me aseguró un interés de no más del “12%”, basado -me dijo- en el tan buen crédito que yo tenía. Cuando llegaron a mi casa los papeles del contrato me di cuenta del engaño del que había sido víctima; el interés que me dieron era del “24%”. Rápidamente me comuniqué a la compañía de esta tarjeta para exponer mi queja y vaya decepción, la taza fija de esta entidad era esa, “24% de interés”. Me enojé tanto que ya no quise usar la tarjeta de nuevo, pues de ninguna manera iba yo a pagar esa cantidad y mucho menos a base de engaños.

Pasaron los meses y como yo no cargaba nada a este plástico, (pues cuento con otras tarjetas donde pago entre el “6 y el 9%” de interés), empezaron a ofrecerme cheques para uso de mi negocio con un interés fijo del “3.99 y el 5.99%” hasta terminar la deuda. Por cuestiones de la crisis y por la necesidad de invertir, me decidí a utilizar este ofrecimiento ya que era tentador, contando con la escasez de dinero para inversión por la que estaba pasando. El buen crédito que tengo se debe únicamente a que jamás me atraso en un pago y a que siempre voy al día con mis cuentas, pues rico no soy. De manera que dediqué un presupuesto para pagar estos cheques y así he estado haciéndolo por mucho tiempo (jamás pagando sólo el mínimo).

Tengo un sistema de recordatorio para pagar todas mis deudas. De manera que cuando llega el día indicado, sólo envío el pago y asunto concluido. En el caso de Discover lo hago por Internet y recibo antes del tercer día la confirmación. Esto como sabrán se hace habito y uno se acostumbra a archivar en la memoria del Disco duro de la computadora todos estos memos.

Resulta que como siempre, en el caso de esta tarjeta “Discover” y en todas las otras, envío mi pago en tiempo y forma y… confiado en que todo estaba en orden, me olvido de la confirmación. También acostumbro a checar los balances de mi cuenta a fin de mes y es entonces que descubro que esta compañía no había cobrado. Rápidamente me comunico con ellos y trato de aclarar la situación, pero para mi mala suerte la persona que me tocó al otro lado del auricular no sabía decir otra cosa que –Usted no pagó-. Quiero dejar en claro que mi ingles es fatal y que con toda compañía que hago tratos lo primero que exijo es que nuestros encuentros e informaciones se hagan en español; pero esta señorita que me toco ese día parecía ser la dueña de la empresa, porque no quiso de ninguna manera razonar conmigo.

Es común que sucedan estas cosas aquí en los Estados Unidos, si hablas en ingles todo se soluciona y la amabilidad desborda por entre las rejillas de la bocina del teléfono. Pero si de comunicarte en español se trata, siempre están de malas y jamás te resuelven nada. Y no es sólo en esta compañía, sucede en todas, al menos en las que me ha tocado tratar.

Entendiendo que no iba a resolver nada de esta manera, molesté al hijo de mi esposa que es ciudadano americano para que me hiciera el favor de hablar a esta compañía en mi nombre. Cuando terminó me dijo que la señorita en cuestión se había portado muy amable, que me iba a quitar la multa de $39.00 que me habían impuesto por pago atrasado y que había dejado un memo para que se cancelara la decisión de subirme los intereses al “18.87%” como lo estipula la compañía por faltar a mi compromiso del pago, pero que esto tal vez tardaría de uno a dos meses. ¿Cómo la ven?

En pocos días me fueron devuelto los $39.00 de la multa, pero la taza de interés sigue en el “18.87%” desde hace cuatro meses. Ya el hijo de mi esposa se ha comunicado varias veces pero la amabilidad no ha podido influir en la intención. He mandado todo lo que me han pedido en cuanto a papeles que prueben el error (que por supuesto ha sido de ellos) y jamás llega a su destino; por lo pronto siguen sangrándome los pocos centavos que tengo y haciéndome gastar además en envíos de correo.

En fin… que ya no me queda otra cosa que pensar que he sido víctima de una trampa muy bien elaborada y que el “diz-que” error fue provocado con la más baja de las intenciones (propio de este tipo de gente). Esperaron a que me confiara y no cobraron a propósito para llevarme hasta el interés del “18.87%”, pues el “5.99%” no les daba la suficiente ganancia y ya empezaba a acercarse el día señalado por el presidente Obama para sancionar este tipo de trampas; de manera que urgía adelantarse a la ley.

No valió de nada mi buen crédito ni mi honestidad, tanta lucha para nada y ni a quien quejarse porque todos están de acuerdo en esta maraña. Y lo que más me molesta es (en caso de que hubiera sido mi culpa), que ni siquiera alcancé una amonestación por ser la primera vez. ¿Estaré cometiendo una imprudencia cuando los tildo de ladrones?

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