martes, 22 de septiembre de 2009

VUELVEN A LA CARGA LOS ANTI-FUMADORES.

VUELVEN A LA CARGA LOS ANTI-FUMADORES.
Por: Cheo Breñas.

Nunca imaginé sentirme marginado por la sociedad en el siglo XXI. Tanto que se ha luchado por lograr la igualdad entre las personas sin importar la raza, el color, procedencia o inclinaciones y hoy enfrentamos una nueva e increíble faceta racial; LA MARGINACION DE LOS FUMADORES.

Cada día que pasa crece más y más la euforia en contra de las personas que nos gusta fumar, pues, aquellos que presionados por  esta ola de sensibilidades, (y que se han visto obligados a dejar el cigarro, para mantener por un lado sus trabajos y por otro, la intención de poder participar de ciertas nuevas élites necesarias para su desenvolvimiento en la vida), se han tenido que unir involuntariamente a la arrolladora rueda de esta macabra fiesta llena de odios e imposiciones personales. Pues todos sabemos que a nadie le molesta más el humo del cigarro que a aquel que fue fumador, ya que abriga el temor a volverse a sentir tentado por este indiscutible placer. Además de que estas exigencias son anti-constitucionales, porque van en contra de nuestros derechos como personas y pienso, que no es permisible que me hables de tus derechos cuando tratas de imponerlos sobre los míos.

El tiempo que llevan los ANTI-FUMADORES en esta encarnizada lucha, me ha hecho entender que su combate al cigarrillo no es necesariamente por el daño que este hace. (A quién quieren engañar argumentando ese interés por cuidar de nuestra salud. Los seres humanos no son necesariamente tan buenas personas). Su lucha mayormente es por LA MOLESTIA que les causa el humo del cigarrillo. El que fuma (como yo) sufre constantemente del agravio de estas personas, cuando al pasar junto se revuelcan entre mohines y desprecios altamente raciales y con la intención implícita de desacreditar nuestras personas, no lo pueden evitar, es tanta la molestia que fingen tener, que lo expresan deliberadamente con sus actitudes.

Que el cigarro hace daño, ¡claro que hace daño!, eso no tiene discusión;  pero… ¡¡¡QUÉ  TE  IMPORTA!!!  Primero que todo es mi derecho si lo hago o no; (y no me vengas con el rayado cuento de que te hace daño a ti que no fumas), porque si así fuere, el mundo es muy grande y tienes el derecho de alejarte de mi espacio si sientes que te estoy perjudicando. Además de que existen otras cosas que hacen mucho más daño que el cigarrillo y a nadie le importa.

Ya otros como yo han hablado de cosas que se necesitan resolver antes que lo del tabaco y no pienso volver a exponer la interminable lista. Tocaré un par de cosas sencillas, que entre otras, no quieren ver los afiliados a estas tendenciosas organizaciones que en su mayoría están compuestas por mujeres, a las que según la historia, nunca se les permitió deliberadamente el acceso al cigarrillo. (No quiero imaginar que es venganza, -no soy anti-feminista-, sólo pienso que no se les dio tiempo de disfrutar el placer de una fumada y tal vez por eso hoy se aferran tanto a esta lucha).

Se han puesto a pensar el daño que hacen los atomizadores, sobre todo esos que usan las mujeres para engomarse el cabello. Posiblemente ese pegamento que se esparce cuando nuestras esposas lo usan  y que nosotros aspiramos por encontrarnos encerrados acicalándonos en el mismo espacio, sea el causante de que la nicotina que guardamos cuando fumamos, se pegue en nuestros pulmones de forma tan permanente.  No es un chiste,  como tampoco lo es el que tengamos que abandonar cualquier recinto calientito donde estemos compartiendo alguna velada, para salir al aire libre de una noche  invernal a fumarnos nuestro cigarro porque allí no está permitido, exponiéndonos además y sin necesidad  a una bronconeumonía o un espasmo. ¿Cómo quieres que me sienta a gusto si tú te diviertes y yo no? Saben lo que significa para un fumador el estar en un lugar compartiendo con las personas que ama o estima sin poder fumarse un cigarrillo, cuando esto podía resolverse de otra manera y no martirizando a los demás con un capricho anticonstitucional que nos margina.

Y ahora resulta que un escalador de posiciones allá por los “Nueva-Yores”, para congraciarse con ciertos grupos  de línea racistas y evitar molestias de tipo odoríficas, quiere prohibir el cigarro hasta en las playas, ¡¡hágame el favor!!  No creen que sea esto demasiado insultante y despreciativo en una sociedad de derechos como la nuestra.  Señor de los “Nueva-Yores”, si no le gusta el olor que despide el humo del cigarro, supongo que tampoco debe gustarle el que despiden los automóviles o el del bote que seguro tiene y usa para pasear con la familia en el verano. ¿Por qué no hace una campaña para prohibir todo eso y comienza con el ejemplo privándose de esas “vacanerías”?

Yo recuerdo en Ciudad México, a finales de los 80s y seguidos  90s, haber visitado con frecuencia un sitio de esparcimiento para bailar donde casi todo el mundo fumaba y donde jamás se sentía el olor a cigarro, ni siquiera se veía el humo. Esto era porque el dueño tenía ubicado muy estratégicamente unos extractores de aire que purificaban y mantenían limpio el ambiente de todo el recinto. ¿Será muy costoso implementar estos artefactos en restaurantes y bares? Porque el asunto no es que tengamos nuestros propios lugares para fumar, sino que podamos estar todos… y a gusto.

Si tan malo resulta ser el cigarrillo y tan alarmado tiene al mundo, ¿Por qué los gobiernos no se acaban de poner de acuerdo y cierran de una vez todas las tabacaleras?


¿Quieren saber porqué? Porque están primero los jugosos dividendos que dejan estas empresas a esos gobiernos, que la salud de aquellos que dieron su voto para ponerlos en ese cargo. Y si la justificación es porque se perderían muchos puestos de trabajo es una ironía, porque estarían apoyando a gente que gana su dinero a costa del mal y la salud de otros. Todos sabemos que las empresas automovilísticas acaban de lanzar a la calle a millares de trabajadores (a pesar del esfuerzo que ha hecho el gobierno facilitándole el dinero de nuestros impuestos) y no ha pasado nada; seguimos con la misma crisis y con la misma necesidad.  Por eso digo, que todos esos grupos ANTI-FUMADORES que vemos hoy en día viven de esos dividendos extraídos a las tabacaleras y hasta del dinero de los altos impuestos que nos hacen pagar para inyectar su veneno en la sociedad. Porque con el cuento de “non-profit”,  despilfarran  estos fondos y el que les da el propio gobierno para su subsidio, con campañas racistas en contra de las personas y no en contra de los que distribuyen y producen estas mercancías.  Hay mucha gente afiliada a esos grupos que no hacen otra cosa que pernoctar delante de una computadora, buscando nuevas formas de hacernos daño y lo increíble es que cobran un sueldo que sale de nuestros bolsillos por eso, habiendo tanto que hacer para mejorar el sistema en que vivimos y acabar con el hambre y las guerras.

El hecho de que los fumadores seamos tan pasivos demuestra el crecimiento de estas ya proliferadas agrupaciones de vividores que nos combaten. Si fuéramos capaces de unirnos y de formar en cada ciudad un concilio ciudadano “non-Profit” que nos defendiera, tendrían los gobiernos la obligación de subsidiarnos como lo hacen con tantas otras agrupaciones parásitas que existen.
¿Y por qué no?
Podríamos tener nuestra propia institución y hacer nuestros propios compromisos, por ejemplo… si en un determinado tiempo se logra extirpar de esta sociedad la décima parte de los males que la aquejan, podríamos reducir hasta nuestro consumo a la mitad y no tendríamos ningún problema en lograr un acercamiento con los ANTI-FUMADORES y hasta podríamos implantar extractores gigantes en nuestras casas para que nos visiten, total, si a nosotros no nos molesta sus presencias.

Si quieres afiliarte a esta organización que todavía no existe, manda tu opinión y da tu idea de cómo hacerlo. Quizás logremos volver a ser personas normales o por lo menos detener esta ola de arbitrariedades que nos margina tanto.


2 comentarios:

Edwin dijo...

Estimado Cheo. Yo tengo ya unos 12 años de no fumar, pero alguna vez fui tan adicto que consumía entre dos y tres cajetillas al día. Lo dejé porque ya necesitaba tomar una tableta de teofilina todas los noches para poder dormir sin dificultad respiratoria, pero especialmente, porque no quería que mi hijo, entonces de un año, me viera fumar. Nunca se me hubiera ocurrido que una campaña antitabaco se asemejara al racismo. Una forma muy interesante y original de abordar el asunto. Saludos desde Honduras.

Cheo Breñas dijo...

Le agradezco mucho su respuesta Sr. Edwin, la diferencia está en que hace 12 años no existía tanta combatividad por parte de estos grupos. Yo también quisiera que desapareciera el tabaco de la faz de la tierra y por supuesto que acepto sus estragos, aunque no con tanta exageración. Lo que me incomoda es sentirme subestimado, apartado y señalado como una epidemia, ante los ojos de algunos ignorantes que piensan que el mundo debe doblegarse a sus caprichos. Y eso… eso se llama razismo.