jueves, 7 de enero de 2010

EL CAMBIO CLIMÁTICO

EL CAMBIO CLIMÁTICO
Por: Cheo Breñas.

Que haya dos o tres “Tsunamitos” al año que maten a cientos de personas –que importa-, que resulten 10 o 15 “huracancitos” categoría 5 que destrocen nuestras costas y las casas de los que allí viven –que importa-, que se congele la mitad del mundo o que las lluvias arrasen con las colonias más pobres de Latinoamérica; -¡a quien le importa!- Los que pueden detener esto no lo harán, porque para ellos lo único que tiene importancia son los dividendos que arrojan sus fábricas y sus investigaciones de… y para el mercado.

Ellos, los más astutos, los que no tienen necesidades, los que ven el mundo de otro modo porque nada tiene más importancia que su bienestar “NO LO HARÁN”. Esos, los que viven como reyes a costa del sudor de los demás (que somos nosotros, la mayoría), no les interesa lo que pueda pasar porque tienen un lugar apartado en las “Súper-Arcas de la película (2012) -Vive bien hoy porque el futuro es incierto y la vida tiene su final al doblar de la esquina-

En fin que nadie podrá lograr que estas personas o consorcios, cierren o abandonen una fábrica que produce millonarias sumas de dinero al año si no es por la fuerza; algo que no tenemos los afectados porque también está en sus manos de ellos.

Los otros, los que se la pasan jugando a los “soldaditos”, tampoco detendrán la ola armamentista que está poniendo en peligro a la humanidad, por que tienen con ello un gran mercado. La dominación ha sido el principal interés de los hombres desde el amanecer de los tiempos y estos fabricantes de desastres lo saben, por eso jamás dejarán de producir estos artefactos bélicos, porque la ambición de poder es más fuerte que el futuro de las civilizaciones. Tampoco lo harán las empresas petroleras porque aunado a su desarrollo va el poder, ya que el dinero manda.

Ahora… no obstante toda esta suspicacia de estos elegidos y lo que los culpamos y demandamos en todas las cumbres, debemos aceptar un poco de culpa en esta debacle.

El desarrollo ha sido definitivamente importante para la humanidad trayéndonos enormes complacencias y un mejor sistema de vida, lo que jamás nos detenemos a razonar es el daño que hacemos inconcientemente a nuestra gigantesca casa.

Es cierto que la necesidad nos obligó a vivir en comunidades. Primero porque comprendimos que unidos era más fácil cazar al Mamut que necesitábamos para alimentarnos y después porque de esta manera nos podíamos defender más fácilmente de ataques y hordas de delincuentes asesinos que intentaban quitarnos lo poco que teníamos. Con el tiempo los mercaderes influyeron resolviendo algunos aspectos que de un momento a otro se fueron convirtiendo en necesidades y por último los políticos nos agruparon con sus ideas reformistas en estas enormes ciudades, donde hoy convivimos para su beneplácito y enriquecimiento

Lo que nunca observamos con criterio es la forma en que lo hacemos. No obstante las emisiones de los gases que esparcen ciertas fábricas o la indiscriminada deforestación en contra de nuestra vegetación, debemos tomar en cuenta otras barbaridades que cometemos tratando de aligerar nuestro confort.

Esos enormes edificios y descomunales casas innecesarias (cuando con un cuarto basta), significan un peso enorme para nuestra tierra. Esa cantidad de kilómetros cuadrados que pavimentamos para rodar nuestros vehículos y formar nuestras ciudades, tapan inconcientemente los poros por donde se supone debe respirar este planeta, evitando de alguna manera con estas extensas construcciones, que le llegue el agua pluvial que le suministra el oxígeno y los rayos de ese enorme astro que nos calienta y que tanto necesita. ¿Acaso sería descabellado pensar que ese petróleo que extraemos de sus entrañas pueda ser su sangre? Y que este desangramiento también pueda provocar que estemos dejando sin fuerzas a esta enorme pelota donde vivimos, privándole de lo más necesario para su subsistencia. A todo lo que existe le circula de algún modo un fluido sanguíneo, pues para vivir es necesario el movimiento y la naturaleza equipa a cada ser viviente de lo necesario para su supervivencia, ¿porqué a la tierra no?

Lo que es bueno para unos, es por ende y con seguridad malo para otros. Y a esos que se la pasan creando desgracias para los mercados, porque no se preocupan un poco en hacerlo para nuestro bien.

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